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viernes, 21 de junio de 2013

Reflexión para una senda cotidiana

Escrita por: Andrés Jiménez C.

¿Qué pasará al siguiente segundo luego de que leas esta frase, o al siguiente minuto, a la siguiente hora, al siguiente mes, al siguiente año; o en los próximos años? 

Es incierto... ¡he ahí lo hermoso de la vida! Cuando dejamos de pensar en lo próximo, ponemos atención a lo cotidiano, lo que viene cargado de sencillez.

Las sendas cotidianas nos presentan experiencias únicas e inciertas, que con el simple hecho de que existan es un acto maravilloso. Salimos a la calle, caminamos; tomamos el bus, nos bajos del bus; vamos a nuestro lugar de trabajo o de estudio; o simplemente al parque, a la calle, a todo espacio público; y en todos esos espacios, en cualquier momento, puede ocurrir un simple acontecimiento, pero grande en significado, que puede cambiar nuestras vidas, ¿O quizás son todos los acontecimientos los que nos cambian la vida?


Cruzar la mirada con un desconocido(a) y ver en los ojos de esa otra persona otro yo, identificarse y regocijarse con el simple hecho de observar el alma de otra persona. 


Una sonrisa, acto maravilloso de sencillez y de calidez, puede cambiar nuestra percepción de un momento, puede provocar la extensión temporal de un segundo y convertirlo en momento sin tiempo.


No sabemos que nos puede traer iniciar una conversación, después de ella ya no seremos los mismos, habremos cambiado y nos habremos transformado. Las sendas cotidianas son más que eso, son más que sendas y más que cotidianas, son espacios sin límites y momentos únicos.


Silvio Rodriguez, en su canción 'Causas y Azares' nos recuerda un poco esta maravilla del vivir: 


"Cuando Pedro salió a su ventana 

no sabía, mi amor, no sabía 



que la luz de esa clara mañana 


era luz de su último día...

Cuando Juan regresaba a su lecho 

no sabía, oh alma querida 

que en la noche lluviosa y sin



 techo 

lo esperaba el amor de su



 vida..." 










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