Por Priscilla
Campos A.
La semana pasada,
saliendo de mi casa, fue la primera vez que me defendí ante un viejo cerdo que me
gritaba cosas al otro lado de la calle. Fue una contestación simple, pero esto no me quita la valentía que sentí en el momento: “¿Qué le pasa, idiota?” Le dije, y el muy pendejo se encogió de hombros y
me dijo con voz de miedo: “Nada (y entre dientes) mi amor”.
Al ver ese
efecto en el viejo, pucha, me sentí valiente, fuerte. Siempre me había dado
miedo defenderme ante el acoso, porque en la mayoría de ocasiones que sucede
voy caminando sola, y bueno, la verdad es que me da miedo que respondan con una
actitud agresiva.
Hoy me defendí
de nuevo pero en esta ocasión la reacción fue agresiva. Todo sucedió cuando iba
en La Periférica de regreso a mi casa, precisamente cuando se acercaba mi parada, entonces, como de
costumbre, toqué el timbre y caminé hacia la puerta para bajarme. Sí, EN LA
PERIFÉRICA, caminando DENTRO de La Peri, un viejo asqueroso me hizo cara de
esas que una sabe que le van a decir algo, sólo nosotras sabemos, sólo nosotras
entendemos esa cara y me dijo no sé ni qué, no entendí bien, pero con ESA cara
me imagino lo que tuvo que haber expresado. Me enojé y le dije: ¿Qué le pasa viejo
cochino? Y me bajé de La Peri. El viejo se levantó del asiento y me empezó a
gritar cosas por la ventana del bus, yo no escuché nada, pero me siguió
gritando aun cuando La Peri había arrancado, todo con una pose de amenaza, señalándome
con enojo. Como no entendí nada y, porque desde pequeñita soy una “malcriada”,
lo que hice fue sacarle los dedos del centro.
Caminé hacia mi
casa con miedo por ese encontronazo extraño, pero más que todo con indignación,
esto ya es DEMASIADO.

Gracias a las mujeres fuertes que denuncian estos casos, aunque sea por redes sociales, se ha logrado visibilizar la violencia y el acoso callejero. Pero, ¿qué pasa con el gobierno? ¿Qué se está haciendo para atacar esta violencia que sufrimos día a día nosotras las mujeres? ¿Por qué demonios se ha normalizado tanto que a la hora de enfrentar a los acosadores, ellos sienten el derecho de defenderse porque creen que no están haciendo nada malo? ¿Esto se quiere atacar verdaderamente?

Gracias a las mujeres fuertes que denuncian estos casos, aunque sea por redes sociales, se ha logrado visibilizar la violencia y el acoso callejero. Pero, ¿qué pasa con el gobierno? ¿Qué se está haciendo para atacar esta violencia que sufrimos día a día nosotras las mujeres? ¿Por qué demonios se ha normalizado tanto que a la hora de enfrentar a los acosadores, ellos sienten el derecho de defenderse porque creen que no están haciendo nada malo? ¿Esto se quiere atacar verdaderamente?
¿Por qué
solamente por ser mujeres tenemos que pasar por situaciones así? Desde pequeñas
nos enseñan a andar con miedo, a taparnos, a cruzar las piernas, a no aceptarnos; pues ya es demasiado. No hay buenos resultados de esa crianza social que sólo
inequidades ha causado. Aunque todavía exista miedo, tenemos que dejarlo de
lado a la hora de defendernos, porque a esto nos ha llevado la sociedad: a
“defendernos” y a sentir la necesidad de estarnos revalidando constantemente
hacia los demás para que seamos respetadas. El cambio no depende de nosotras,
depende de TODA la sociedad, depende también del gobierno, porque si esto no es
concebido desde la cúspide del poder como un problema, todo va a seguir como
está: solas tratando de defendernos.
**La imagen representa el símbolo utilizado
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