Ser gotas en la lluvia eterna de la información
Escrita por: David Araya D.
En un espontaneo
momento de inspiración se crea en tú mente una frase que no podría resumir
mejor la maraña de sentimientos que te invaden en ese preciso instante, decides
a continuación publicarla en Facebook o Twitter. Pasan unos minutos (podrían
ser segundos, depende de la cantidad de contactos que poseas, el día y la hora
de la publicación), la frase ya no encabeza la lista y con cada minuto que pasa
se aleja de las frases “actuales” y por lo tanto perderá cada vez más la
posibilidad de ser leída, hasta quedar en el olvido.
A pesar de lo anterior,
muchísimas personas se toman el tiempo para publicar cosas que valen la pena
ser leídas o ser vistas. Tal vez no es un simple momento de inspiración, sino
largas horas de pensamiento que te llevaron a una conclusión sobre cierto tema que
crees importante comentar con otras personas o largas horas de trabajo en algún
programa de edición digital de imagen que te llevaron a publicar esa fotografía
que consideras digna de ser mostrada como arte. Tanto trabajo, tanto
pensamiento, tanta labor creativa y eres capaz de dejarla ir en unos minutos de
publicación, ¿Por qué?
¿Por qué no? Existe
abundancia de información y en medio de tanta información, que 100 personas
lean lo que publicaste y que a 20 “les guste” ya es un logro y todavía más si
se compara con las posibilidades que se tenían de ser leído cuando para ser
publicado era necesario pasar por un intermediario, como por ejemplo una
editorial. Un poeta podría tener más cantidad de lectores si decide publicar
verso por verso en Twitter o Facebook, día tras día, que si decide lograr que
una editorial publique su poemario. Los derechos de autor están cambiando, ya
no son esa reliquia intocable que eran hace décadas.
No existe por lo tanto
ningún problema en que nuestros pensamientos, obras literarias o plásticas se
dispersen en un mar de información o que solo tengan unos minutos de vida en
una red social, al contrario es verdaderamente positivo, la cuestión es si te
darás cuenta de LA OPORTUNIDAD que tenemos en frente.
Por ejemplo un grupo de
artesanos podrían en una red social o en un blog publicar sus obras, algo así
como una galería virtual y gracias a esto, de forma gratuita, eliminan al
intermediario.
El intermediario
aumenta el precio del producto, asigna que tiene mayor o menor valor, decide
cuanto es ese valor y, lo peor de todo, decide que se muestra y que no.
Eliminar al intermediario entonces representa la capacidad de acercarse como
nunca antes en la historia a que todos tengamos la misma oportunidad de ser
publicados. Yo escribo y vos lees, vos escribís y yo leo, ¡no hay nada en
medio! Ni editoriales, ni locales comerciales, ni transporte de mercancía, ni
censura (lamentablemente el último en ciertas redes sociales ya se está
poniendo en duda).
Lo virtual como extensión de lo físico
Lo virtual siempre ha
sido y será una extensión de lo físico por lo tanto los que piensen que eliminar
intermediarios por medio del internet conlleva convertir el mundo “físico” en
un mundo “virtual” están en un grave error. Lo virtual y lo físico nunca
estuvieron separados, la galería virtual no sustituye la existencia de lugares
físicos para la exposición de las obras, son complementarios.
Lo anterior ha sido
demostrado por las grandes protestas sociales que han ocurrido y siguen
ocurriendo en todo el mundo. La consecuencia de la existencia de redes sociales
virtuales no fue “realizar protestas virtuales”, las redes sociales solo fueron
una herramienta de convocatoria para protestas físicas. Lo virtual nunca
sustituirá a lo físico, pero lo que si puede hacer es eliminar los obstáculos que
nos impiden crear y publicar.
Creación de conocimiento
Por lo tanto, debemos
radicalizar la eliminación de intermediarios, aprovechar lo virtual para crear
oportunidades, evitar que los vicios de control y censura lleguen a dominar
también los espacios de libre publicación existentes en internet, que cada
quien tome como propia la labor de filtrar que tiene valor y que no para sí
mismo y seguir publicando cosas que merezcan ser publicadas a pesar de que solo
sean gotas en una lluvia eterna.
El mundo puede cambiar
y tenemos la oportunidad de decidir que ese cambio lleve a una sociedad donde
el conocimiento y la creación de dicho conocimiento sean realmente accesibles
como nunca antes.
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