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viernes, 4 de octubre de 2013

Entre los contratos sociales y la experiencia cotidiana

Escrita por: Andrés Jiménez C.

La experiencia humana, esa condición en la que entramos a formar parte como seres sociales, con todas sus reglas, con todas sus normas, con todos sus condicionamientos, con todos sus prejuicios, con toda su maraña... nos ha compenetrado y configurado a lo largo de los años.

Dentro de este contexto, he escuchado por ahí la 'fórmula mágica' que venden de lo que es vivir y de nuestro propósito en esta vida: nacer, crecer, reproducirse y morir; donde la sobrevivencia de la especie se pone como pilar trascendental, propiciando la reproducción como forma de prolongarse en la existencia.

Desde los 10 mandamientos que se leen en el Antiguo Testamento, pasando por las Constituciones Políticas de los distintos países, hasta las reglas que se ponen en los salones de clases de escuelas, colegios o universidades, o en las relaciones con los y las demás (por citar algunos ejemplos); todos tienen el objetivo de controlar la vida en sociedad, saber hasta dónde llegará la actuación humana, siendo que muchas de estas normas se encuentran supeditadas a reglas mayores en las cuales nos insertamos. Entonces: ¿Hasta que punto nos relacionamos verdaderamente? ¿Será que siempre existe una máscara entre dos o más personas? ¿Dónde nos lleva la vida en sociedad?


Se puede nombrar una serie de formas de comportamiento en sociedad que han provocado que nos relacionemos poco, y donde simplemente ponemos a dialogar contratos sociales que tienen como meta circunscribir nuestras relaciones con los y las demás: casarse, tener hijos, estudiar, conseguir empleo, tener un correo electrónico, poseer una cuenta en una red social, tener prestigio, tener tarjeta (de crédito o no), tener celular, tener laptop, tener profesión...

La experiencia cotidiana nos trae muchas aventuras: escuchamos muchas conversaciones, somos parte de otras conversaciones; experimentamos la vida a través de los sentidos; nos frustramos; nos enojamos; sentimos desolación; sentimos incomprensión; pero también sonreímos, lloramos, gritamos, caminamos y... soñamos, junto a una variedad multiforme de expresiones que realizamos con el pasar de los días, una acumulación incesante de experiencias.

La gran interrogante es: ¿Cómo armonizar los contratos sociales y nuestra autenticidad? ¿Cómo ser reales y actuar con nuestra esencia? Tal vez el primer paso sea eliminar un poco los nombres con que solemos encasillar las cosas, y actuar a través de eso que nace desde nuestro interior, pero no dejó de pensar que todo esto está igualmente influenciado por esa experiencia sociocultural en la que hemos crecido.

¿Para qué queremos entrar en grupos sociales, en empleos, en universidades, en partidos políticos, en grupos culturales... en cualquier creación social? ¿Por qué intentamos complicar tanto la vida? ¿Por qué mejor no nos lanzamos al mar de la incertidumbre y somos reales? ¿Por qué mejor no dejar de cuestionar tanto las cosas?

"Solo se trata de vivir"

Litto Nebbia, cantante argentino, a través del título de una de sus canciones nos recuerda un poco el chispazo de la existencia: 'solo se trata de vivir'. Quizá sea esto, quizá él nos recuerda la esencia de la existencia. ¿Cuánto nos complicamos en nuestra cotidianidad? ¿Vale la pena eso? ¿Estamos dejando muchas cosas por fuera? Puede que todo sea más sencillo de lo que se nos presenta frente a los ojos, quizá tenemos una venda que nos limita la vista.

Esto es un grito a romper algunos de los contratos sociales que hemos aceptado, y le demos paso a la experiencia cotidiana de la vida; sería un acto revelador e inspirador. Esto no es que se logre como un estado último, es un constante caminar, donde a veces sin pensarlo tenemos tropiezos y otras veces algunas incertidumbres, pero que son un elemento de la existencia que no puede ser negado.

A continuación dejó un video genial de la canción, interpretada entre Litto Nebbia y Mercedes Sosa, que sea una pausa y nos ayude a reflexionar un poco sobre el tema:


Y por último... unas palabras a la existencia

Yo no quiero amar para ser recordado ni adorado, tan solo quiero amar en mi naturaleza humana, entregando cada parte de mi, desnudando cada contrato social, relacionándome cada vez más con mi esencia, destruyendo los espejismos y siendo real... real para vivir y compartir el amor con el mundo, con la sociedad, con esas personas que deciden pasar unos instantes y acompañarme en esta aventura llamada vida; personas que han decidido escapar por ciertos momentos de los contratos sociales y me han ayudado a destruir los muros que dividen a las personas. Finalmente, me han recordado que la vida es simple y grandiosa, que la vida es... una experiencia cotidiana.

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