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miércoles, 28 de mayo de 2014

Ley de Pertenencia: Concepción de un Deseo Perteneciente a lo Natural e Infinito.

Texto y fotografías por Diego Díaz Ch.
Dedicado a Chris McCandless (Febrero 12, 1968 – Agosto 1992)

Infinito Verde

Existe un lugar en el infinito verde, escondido en lo que todavía no se ha descubierto por el ojo superficial, lo que permanece virgen, totalmente independiente y autónomo de aquel animal con habilidad de racionalidad mayor. Pese a que está escondido para los ojos del materialista, abre sus puertas para los que lo buscan con paciencia y perseverancia. Cuando él es por fin encontrado entre las flores y los árboles llenos de color, un mundo totalmente diferente empieza a presenciarse, una realidad dispar que parece ser adictiva llama a aquel para adentrarme más en ella. Una realidad simple, pero especial.

Me encuentro aquí, totalmente sumergido en esta realidad que parece -de muchas maneras- ser nueva para mí, totalmente ajena a  las demás que he vivido. Porque este es para mí el entorno que el animal racional debería vivir por y para, esta es su libertad y su rebelión. En ese momento en que se sale del estatuto social, en aquel instante en que él/ella hombre/mujer se propone a olvidar un mundo material y sedentario, cuando se propone entregarse al mundo de la espiritualidad natural, cuando decide ser parte de su realidad, su entorno y naturalidad, él/ella se dará cuenta de aquella realidad, una la cual solo viví por unas horas, pero fue suficiente como para detentar  la preconcepción de en qué entorno se viviría en un futuro.

Escucho, escucho las aves en los árboles y las oigo cantar al ritmo del viento. Parecen estar escondidas en aquello que decidí llamar “infinito verde”, pues pasa que mis ojos no las pueden captar. Aun así, con un poderoso aullido escucho al lobo, aunque tampoco lo observo, posiblemente se esconde detrás del gran cuerpo leñoso, en aquella oscuridad infinita. Escucho el rio, aquel que pasa lleno de vida, recorriendo kilómetros para, igualmente, llenarnos de vida. Vengo a la realización de que no estoy en el infinito verde, sino soy parte de él, dependiente de él; soy parte de su infinito ecosistema, parte del árbol, de la vida que me ofrece. Perteneciente a la naturaleza, soy un animal, una especie, no soy menos ni soy más. Pertenezco y nunca dejare de hacerlo.



Observaciones de un Mundo Perfecto

Me he acostado al lado de un árbol y lo observo. Lo observo con detenimiento, determinación y trascendencia para ser parte de él también, su corteza  áspera, gruesa y cautivante. Reposo aquí para que ese mismo gigante me cubra con sus ramas y hojas, para que me sirva de hogar y cobertor del sol y la lluvia. En mi vaga percepción, este árbol parece ser diferente a los otros, parece poseer más sabiduría, más años de experiencia, y aun así se ve impecable, hermoso y poderoso. Conduce al pensamiento de inmortalidad e inexistencia de la defunción. Veo sus ramas fluir por debajo y por encima de la tierra, adherido a ella se encuentra el gigante, conectado a su madre desde el nacimiento hasta el día de su erradicación.

La naturaleza se encuentra en la perfección, cada una de sus características, cada uno de sus desastres poseen fundamento. La naturaleza da y quita la vida, ella cura y enferma. Todos esos contrastes nos demuestran su poder y superioridad. El ser humano cuando se encuentra en su realidad sustraída no es nada, la naturaleza le da vida al individuo racional y ella misma la arrebata. Es esta observación la cual me hace ver el contraste de aquello lo cual pienso es perfecto y vigoroso, aquello que puede suplir mi necesidad de hogar, mi necesidad de supervivencia, que es al final una de las pocas necesidades que en realidad existen.

El ser humano, aquel animal racional, aquella especie destructora se ha encargado de utilizar la naturaleza a su propio beneficio sin ser una porción real de ella. El egocéntrico ser ha creado una realidad sustraída de lo perfecto para crear necesidades imperfectas, egoístas y completamente innecesarias. Quita la vida con falsedad e inmoralidad, destruye su propio hogar y todo aquello que puede utilizar para suplir su “felicidad”. Esto ha de probar el engaño y la enfermedad que crea ese conflicto social que parece no tener fin. Pero la perfección natural ha de probar superioridad y mis palabras junto con mi cuerpo se las llevara el viento.

Pertenencia Personal

Día a día soy parte de este experimento biológico, parte de este mundo social al cual yo no decidí ni he decidido pertenecer, pero algún lugar me espera y llegare ahí, con el conocimiento suficiente para sobrevivirlo pues habrá obstrucciones. Mientras pereceré aquí para discernir de aquel conocimiento desconocido y me aferrare a mi Ley de Pertenencia.

Hace dos años que camina por el mundo. Sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. La máxima libertad. Un extremista. Un viajero esteta cuyo hogar es la carretera. Escapó de Atlanta. Jamás regresará. La causa: ‘No hay nada como el Oeste.’ Y ahora, después de dos años de vagar por el mundo, emprende su última y mayor aventura. La batalla decisiva para destruir su falso interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Diez días y diez noches subiendo a trenes de carga y haciendo autostop lo han llevado al magnifico e indómito norte. Huye del veneno de la civilización y camina solo a través del monte para perderse en una tierra salvaje.”

ALEXANDER SUPERTRAMP MAYO DE 1992




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