
I
Se percató, solo después de ver durante
cuatro horas “El gato más visto de la internet”, “El bebe más tierno del mundo”,
“El video que te cambiará la vida”, “10 pasos para ser feliz”, “No te puedes
imaginar lo que este caballo le hizo a su dueño” y otros videos semejantes, que
su vida, en medio de amig@s imaginarios y redes sociales, no poseía ni una mínima
pisca de sentido.
Ante aquella brutal realidad se dirigió
a su espacio preferido de la casa, el baño, tomó una postura rígida, su rostro adquirió
un gesto serio y, con la meticulosidad de quien vive para realizar una única tarea,
procedió a tomar una larga sesión de psicología con su imagen que se reflejaba
y le hablaba desde el espejo.
II
Sorprendid@ de que por más que se
esforzara, a pesar de las largas tardes de conversaciones eruditas con su tí@
sobre los compositores más reconocidos de todos los tiempos, no lograba
apreciar la sinfonía que ante sus ojos un grupo de sujetos con objetos de madera
y metal interpretaban. Simplemente era inimaginable que por la monótona acción de recibir sonido el cuerpo
provocara sentimientos tan sublimes como los narrados por su tí@ antes de
entrar al teatro.
Una vez afuera, en el semáforo, tres
llamas brillantes bailaban de una mano a la otra entre los carros, acompañadas
por el suave y cómplice cantar de un único y atrevido clarinete. El rojo se extendió
como si formara parte del acto callejero de irreverencia y subsistencia, para
que el verde acompañado por una mano extendida, en el más triste instante el verde, indicara
que la función acabó. Sin duda, el momento más sublime de la noche.
III
Frente al panorama que más tiempo
ha sido el paisaje que aprecian mis ojos, una pantalla, decidí sin ninguna
falsa ambición intelectual, plasmar en un documento de word algunas palabras
que expresen alguna cosa. No importa que cosa, mientras nazca. Me refiero al
proceso mágico de un verdadero nacimiento. Esas palabras que desde su concepción
vienen con intensos sentimientos y profundo desconocimiento del mundo que les
espera.
En el proceso se vuelve inevitable,
aunque posiblemente menos emocionante para el lector, hablar de mi mismo en el
acto de escribir. No se me mal interprete. No es por egoísmo o arrogancia,
sencillamente pienso en que no hay otro instante más cotidiano que el de un
individuo que se expresa en la relativa soledad.
IV
Aquella noche, una noche triste sin
lugar a dudas, cansad@ de maldecir misiles, personas, periódicos, páginas pornográficas,
fármacos, dolores y pasados, antes de apagar la computadora encontró una publicación
en un blog, que sin lugar a dudas es visitado poco, con un título no tan sugerente
como los habituales pero que por alguna razón casual le llamó la atención al
punto de que retraso el asesinato de la luz que nace de su fiel compañera para
leerlo.
Ciertamente nada sorprendente ni majestuoso.
Solamente palabras abandonadas en un tumultuoso mundo después de nacer. Valiosas
solo para quien les atribuya valor, al igual que todas las demás.
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