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lunes, 4 de agosto de 2014

La cotidianidad de la guerra

Por Andrés Jiménez C.

3 am: se escucha el retumbar de una bomba a lo lejos que destruye un edificio con historias de pasados y recientes; el cual, como árbol deforestado, cae sin cesar al suelo, dejando atrás  una estela de polvo, de dolor y de sufrimiento. Las sirenas suenan, las personas están a la expectativa hacia un nuevo ataque; las lágrimas aparecen, la rabia se intensifica. Ya no habrá más sueño esa noche, todo va seguir un camino distinto.


Los supuestos líderes, de esos espacios que han llamado estados-nación, que no son más que una creación ficticia que tiene como fin único el separar y generar divisiones entre las personas, dejan por fuera la cooperación y el apoyo mutuo, base de la especie humana y, en general, la animal. Estos líderes, enajenados por un supuesto poder y por intereses particulares, llevan a las gentes a oponerse, a luchar, a tenerse miedo; obviando que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

La guerra es una enfermedad humana impuesta, creada para satisfacer necesidades de unos pocos, la cual se encuentra alienada de nuestra esencia. Pero ¿Cómo enfermedad podría tener una cura? Entonces ¿Será que está cura únicamente se puede implantar globalmente? o ¿Será que solo puede nacer en cada persona?

Hacen más ruido los conflictos bélicos entre países, ya que cuentan con elementos que generan mayores decibeles de ruido a nivel perceptivo, pero existen otro tipo de conflictos que libramos todos los días con nosotros mismos o con nuestros compañeros y compañeras próximas. Tal vez nos han hecho creer que estos conflictos no generan gran cosa, que debemos de preocuparnos por lo grande, por lo que hace más ruido. Pero ¿no representaran lo mismo? Somos parte de la humanidad, la humanidad entera. ¿Cómo podremos pedir una paz si cada vez que tenemos oportunidad atacamos al otro? ¿Cómo queremos ver acabar una guerra si nosotros mismos no somos capaces de dejar el conflicto atrás?

Somos la esencia de la humanidad. ¿Será que nos creemos separados de la humanidad? ¿Será que estamos reproduciendo todo aquello de lo que nos quejamos y rechazamos? ¿Será que estas palabras son necesarias?

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