Por Andrés Jiménez C.
“La felicidad solo
es real cuando se comparte”
Quizás
las pequeñas acciones no cambien el mundo, y nunca lo cambiarán; o tal vez sí,
eso no importa.
Luego de
un tiempo en el que el aprendizaje ha sido más experimental que intelectual, he
comprendido que tal vez una “pequeña” acción no cambie las cosas a nivel
general, pero si generan una “pequeña” felicidad, que tal vez como una bomba,
retumbe y genere un efecto expansivo de cambio en el espacio y en el tiempo.
Lo que se
vio, tal vez, como insignificante, puede llegar a cambiar una vida, y eso es
toda la existencia. No comprendemos cuán significante fueron nuestras acciones,
ya que ellas solo tienen significado en cada persona, y muchas veces las
consecuencias visibles son poco perceptibles.
Soñamos
con cambiar las cosas a nivel general pero eso, quizás, no tiene importancia. Quizás
el cambio necesario sea más sutil, el cual nos cuesta hasta darle su
importancia porque estamos acostumbrados a las cosas que nos enceguecen, y lo
simple nos parece banal o sin importancia.
Si
abandonáramos lo grande para centrarnos en lo cotidiano, pensando cada acción,
sintiendo cada relación, experimentando cada felicidad y transformando cada
dolor, tal vez así se derrumben las cadenas que nos esclavizan, ya que estas no
tendrán sentido, se verán ridículas e ilógicas.
Creo que
es importante mirar nuestra cotidianidad, mirarla sin pre-imágenes,
experimentarla simplemente, y así observar en ella las partículas maravillosas
que teje la vida, las cuales no comprenden de tasas de interés o deudas de
pago. Tal vez, lo único que quieren es que juguemos con ellas para experimentar
toda la vida, quizás ahí, se encuentra la transformación necesaria.
No
dejemos escapar cada momento para compartir la felicidad, que la vida es
simplemente pequeñas grandes felicidades.
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