Escrito por: Andrés Jiménez C.
20 de diciembre de 2012: Las personas en distintos lugares del planeta Tierra se levantaron con ansiedad, con miedo y con dudas, estaban a un día, ¡solo un día!, de que el mundo se acabara; bueno, eso era lo que se venía repitiendo desde hace más de seis meses en programas 'científicos' que deslumbraban con información fantástica a millones de personas. Sin importar el idioma ni su posición geográfica, era un hecho que nos afectaría a todos como humanidad, esa que nos desvinculamos de vez en cuando. El día fue normal en aquel pequeño barrio escondido en un rincón especial del Planeta. Cada persona siguió al pie de la letra su rutina habitual, cada uno paso por la vida sin decirle nada. El temor los acompañó, pero nadie le hizo caso. Todos negaban aquel hecho. Todos se recordaron de algún dios.
21 de diciembre de 2012: ¡Llegó el día! Era el momento de comprobar si lo que se venía diciendo iba a ser verdad. -¡Puta mierda! repetió en varias ocasiones Rodrigo mientras se alistaba. Él se encontraba exaltado y ansioso, esperaba de todo para ese día. Todas las ideas se le venían a la cabeza, imaginaba escenarios fantásticos como sacados de una película de ciencia ficción, de esas que le gustaba tanto ver. Todos en el pueblo estaban igual, todos querían que pasaran cosas maravillosas, quizás por eso si pasaron cosas, o tal vez todo fue producto del destino, o del deseo colectivo ¡Que sé yo! Eso no importa, lo que importa es una serie de hechos que ocurrieron ese día.
Pero ¿Se dieron sucesos 'extraordinarios' ese 21 de diciembre? ¡Más de uno, la vida misma! A la 1 p.m una pareja de amantes decidió dejar su relación por razones de índole meramente personal ¿Qué es eso? Nadie lo sabe, solo ellos o alguno de los dos, tampoco ha sido claro. A las 3 p.m todos los vecinos del barrio salieron a contemplar que el árbol más querido del pueblo floreó, y que un desconocido había cortado una de sus ramas, como quien ya había perdido toda esperanza, queriendo ocultar la belleza. A las 4.30 p.m sonaron las campanas de la iglesia del barrio, la luz del Sol iluminaba el campanario, y el sacerdote se encontraba adentro sonando las campanas, se había pasado de copas, aquel guaro de contrabando que le llevó la vecina más devota del pueblo le había gustado y parece que no se separó de él hasta pasadas las cuatro, cuando se levantó a perseguir las campanas. Mientras tanto, el monaguillo intentaba separar al sacerdote de su empeño musical, pero él insistía en sus deseos de darle música al pueblo. Pero aquel monaguillo sabía que pronto iba a venir todo el pueblo a preguntar sobre aquel suceso, por lo que tenía que esconder al sacerdote antes de que se les vomitara encima. A las 5 p.m Fabricio, el aplicado del barrio se emborrachó por primera vez en la esquina de la plaza de fútbol, nadie supo las razones, pero todos sospechaban que por sus estudios, él creía que el fin del mundo sí iba a suceder. A eso de las 6 p.m cuando ya había ocurrido la esperada puesta de Sol, ¿la última?, la luz poco a poco se iba marchando dando cabida a una Luna brillante y feliz, en eso aparecieron una serie de estrellas fugaces, pero solo Julia, la niña del barrio las pudo ver, todos los demás estaban más preocupados por los chismes y la especulación de ese día. A las 7 p.m Laura le comunicó a Rodrigo que estaba embarazada. Rodrigo no supo que hacer, solo sonrió. A las 9 p.m Laura había decidido ya: la mejor opción sería abortar. A las 10.30 p.m todos sabían que el pastor de la iglesia traficaba distintos tipos de droga, por lo que más de uno fue a hacer una transacción, algo pasajero, nada de importancia, solo querían pasar mejor este fin del mundo, de por sí, no todos los días se vive esto. A las 10.45 p.m una persona con anteojos oscuros apreció gritando por todo el barrio que vendía paraguas contra meteoritos, más de uno compró aquel utensilio, ¡quien quita y sirva! A las 11 p.m se trasmitía una edición especial de noticias, daba un comunicado especial de un organismo de inteligencia de una país lejano al que todos le creían sin cuestionar nada, el cual afirmaba que el fin del mundo era un hecho evidente. A las 11.25 p.m salieron todos de sus casas, querían compartir sus últimos momentos con las demás personas. Ya se habían perdonado los enojos, ya se habían aclarado los malos entendidos, ya se habían reconciliados los amores, ya se habían perdonado las deudas; ya no existían los pecados; ya todo era naturalmente humano. A las 11.55 p.m todos se encontraban sentados en sus lugares preferidos, todos ya... se habían quedado dormidos.
22 de diciembre de 2012: Todos se despertaron temprano, a eso de las 5.30 a.m, todos como si hubieran ensayado aquel momento se despertaron como arte de magia, bueno, todos menos Juan, el dormilón del pueblo. Nadie sabía lo que había sucedido. Nadie estaba seguro si estaban en la realidad o si ya habían trascendido y ahora estaban en un 'paraíso', o algún Edén hecho especialmente para ellos por un dios lejano y frío. Lo primero que hicieron fue encender el televisor para observar las noticias. Tan solo se anunciaban hechos cotidianos, no pasó nada extraordinario, eso era lo que esperaban todos en aquel pueblo.
Foto: Andrés Jiménez C.
22 de diciembre de 2012
Atardecer en alguna playa perdida de Guanacaste, Costa Rica
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