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domingo, 1 de diciembre de 2013

La iglesia en vinagre

Escrito por David A. Díaz
Ahí estaban los cuatro, con sus capas negras, en un cuarto oscuro iluminado solo por la luz de seis candelas colocadas en circulo al rededor de un cofre de oro. Dentro del cofre, muchos frascos de vidrio se mantenían inmóviles e intocables. Los frascos poseían ideas, mandatos y discursos conservados en vinagre desde tiempos lejanos y a veces indeterminados. Los cuatro presentes discutían para decidir quien debía conservarlos y protegerlos por siempre.

El primero de ellos, las fuerzas armadas, tenían a su favor el poder de defender los frascos con toda la violencia que sea necesaria. El gobierno por su lado demandaba el derecho de proteger los frascos ya que las personas lo respetaban y veían en él la ilusión de ser representadas. Sin embargo, el tercero con su gran poder económico dijo la más convincente justificación, hasta el momento: “Ni el miedo al sufrimiento provocado por la violencia, ni la ilusión de sentir que las decisiones del gobierno representan a quienes le obedecen pueden más que los sentimientos de ser atendidos, queridos o tomados en cuenta y solo el consumo y el dinero podrán dar la ilusión de esto. Mediante la demagogia se hará creer a todos que lo que se les ofrece es lo que merecen. Así, en frente de sus propias caras se les mentira y segados por lo material no podrán ver que se les impide cambiar y ser libres.”
Estaban casi convencidos de que esta era la mejor forma de mantener seguros los frascos de conserva hasta que el cuarto, la iglesia, dijo:
“Ilusos. Acaso no ven el mayor deseo de las personas. La eternidad, eso es lo que buscan. Buscan asegurar todo lo que ustedes representan en la eternidad y esto solo Dios se los puede dar. Buscan la seguridad de que a pesar de los horrores que se vivan en esta vida terrenal tengan felicidad en la eternidad y por lo tanto, temen por encima de todas las cosas el castigo eterno del que tiene poder y domina aquello que no entienden.
Tengan en cuenta que hay más lugares de reunión de la iglesia que centros comerciales del mercado o escuelas del gobierno, los usaremos para crear un rebaño que nos siga al acantilado si eso es lo que queremos. Lo lograremos jurando que conocemos los deseos de Dios y así el miedo a Dios se transformará en sumisión a la iglesia y si el miedo no es suficiente provocaremos en los que siguen de nuestro lado un odio mortal a todos esos que se niegan a bajar la cabeza y arrodillarse ante nosotros.
Ya los frascos han sobrevivido bajo nuestra custodia durante tiempos inmemoriales y al igual que siglos atrás utilizaremos las mismas técnicas disfrazadas de formas diferentes y todos nos obedecerán.”
Y como era cierto lo que decía la iglesia sobre las personas, todos estuvieron de acuerdo en darle a ella bajo custodia los frascos llenos de ideas retrogradas, mandatos despóticos y discursos hipócritas que hoy siguen conservándose en vinagre y millones de personas defienden ciegamente.

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