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domingo, 15 de diciembre de 2013

Desaparecida

Escrito por: David A. Díaz
 


Era una mañana soleada, David se dirigía a la parada del bus más cercana a su casa y no sospechaba la terrible sorpresa que le esperaba.



Una semana antes de este crucial día, en la parada del bus había logrado observar, saliendo de entre el rígido concreto y acompañada por una fría columna de acero, a una viva y cálida flor amarilla. No parecía estar incomoda por el lugar poco amigable en que había nacido. Vivió, como era de esperar, sola y aferrada al pedazo de tierra que era su hogar. De seguro fue flor de pocos amigos y posiblemente también pocos la notaron. David no se atrevió a conocerla, no le dirigió la palabra, simplemente la observo e indiferente tomo el bus y fue a cumplir su rutina.

Esa mañana cuando dirigió la mirada a la inmóvil esquina ya no estaba la diminuta mancha de color. La sorpresa, inimaginable. El sentimiento de pérdida. El saber que no volvería a verla. ¿Habría muerto? ¿Dónde podría estar? ¿Quién hubiera tenido el valor para arrancarla de su hogar? No podía ser. Simplemente la observo e indiferente tomo el bus y se fue a cumplir su rutina.

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