Escrito por David A. D.
Tres hombres
Dos hombres toman posiciones
contrarias con respecto al tema de género. Las dos válidas, importantes e
inconclusas. Veremos:
1. “…pero es difícil imaginar la
represión social de ser mujer y sentir la libertad solo de estar en un
ambiente de bar, más la libertad regalada por los 'guaritos'…” “Para el hombre,
como casi todas las interacciones sociales se resumen en una lucha
de puesto en la manada” Diego
Velázquez (http://sendascotidianas.blogspot.com/2014/02/si-va-tomar-tome-como-hombre.html)
2. “…la mujer es libre, y esto no se
debe ni siquiera justificar, es un hecho y punto; más bien es un acto primitivo
querer seguir provocando diferencia, en vez de colaborar en la liberación, la
cual tienen que hacer tanto mujeres como hombres, ambos tenemos una gran carga
simbólica que debemos de botar y no reproducir.” Andrés Jiménez (http://sendascotidianas.blogspot.com/2014/02/una-nota-escrita-en-la-mesa-de-un-bar.html)
La primera afirmación habla desde
lo que subjetivamente se observa que es.
La segunda obtiene su comentario desde lo que objetivamente (si es que la
objetividad existe) debería de ser. Sí,
desde el plano de las ideas abstractas en que Jiménez transita “la mujer es
libre” (por supuesto, estamos de acuerdo), pero lastimosamente desde el plano de “la manada” que menciona Velázquez
esta libertad es fácilmente cuestionable, o por lo menos es cuestionable que se
ponga en práctica.
Todos los lectores podemos estar de
acuerdo con Jiménez y afirmar al unísono que la mujer es libre, lo cual es
incuestionable y que todo aquel que promueva la diferencia es “primitivo”, pero
estas afirmaciones compartidas no nos deben impedir ver el vacío que esta posición
esconde. Para completarla debemos incluir lo planteado por Velázquez. En
nuestro transcurrir diario por bares, manadas, botellas, ‘guaritos’, aulas, trabajos
y casas vemos, escuchamos y vivimos las cadenas que somoten a muchas mujeres, ignoradas sin
querer por Jiménez y exaltadas hasta volverse incómodo por Velázquez. ¿Qué es lo
incómodo en lo dicho por Velázquez? Que en parte es cierto y esa realidad choca
contra el deber ser en nuestras
cabezas (o por lo menos en las cabezas de aquellos que intentamos romper las cadenas
mentales que todavía hoy oprimen a la mujer), pero si no somos capaces de ver
la opresión de frente y denunciarla sin vergüenza no seremos capaces de
acercarnos a la libertad.
Y es aquí donde se debe mostrar
lo que vuelve aún más inconcluso lo dicho por Jiménez, por Velázquez y por mi
persona: los tres pertenecemos al género masculino de nuestra especie. No por
esto debemos callarnos, al contrario, pero no importa que tanto nos esforcemos
por comprender, evidenciar o criticar la actual condición social de la mujer, siempre
seremos la otra cara de la moneda. Somos tres hombres discutiendo sobre lo que no vivimos en carne propia.
Una mujer
Lo planteado hasta ahora me remitió
a la posición menos inconclusa con la que he tenido la suerte de encontrarme, La Ruta de su Evasión de Yolanda
Oreamuno. Sin miedo a describir realidades hirientes y entrar en la psicología de
hombres y mujeres por igual para desenmascarar la condición social de la mujer
Yolanda dio al mundo una obra vigente aún hoy.
Yolanda, una de las más
importantes escritoras costarricenses, debido al rechazó y la incomprensión de ‘ticos’
y ‘ticas’ se autoexilia a Guatemala donde le publican La Ruta de su Evasión en 1948 y le entregan un premio por dicho
trabajo en ese país. Vive también en Chile, Estados Unidos y México, en este último
país fallece en 1956.
“… ¿Y no se da cuenta
de que si mi madre agoniza ahí arriba es por su culpa? ¿Cuándo ha tenido usted
un respaldo de esa mujer a quien destruyó con sus vicios y crueldades?
-¿Vas también a difamar
a tu madre? ¡Miserable!
-No. A ella no. Todo
cuanto ella sufre y lo que ha llegado a ser es culpa de usted. Ni madre nos dejó
tener… La rebajo hasta hacer de ella una cosa. La humilló, trató de envilecerla
para satisfacer una ansia de dominio nunca satisfecha. Y ahí tiene el resultado…
Un resultado que ni siquiera le conmueve porque no hay en su alma cabida para
la piedad ¡Sí… usted…!”
Discusión entre Roberto
y su padre, personajes de La Ruta de su Evasión
de Yolanda Oreamuno.
Maldito el instante en que otra mujer vuelva a levantar su voz con honestidad y nuestra sociedad cometa el descaro primitivo y absurdo de rechazarla.
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