
Por David A.D.
I
Vi al duende,
le hablé,
sonrió,
jugamos y
sin previo aviso, entre hadas, se fue.
II
La lluvia enmarcaba
el interminable deseo de la p e r m a n e n c i a.
III
De niño no recordaba
lo que me iba a pasar hoy.
IV
Como un canto,
ella,
sin embargo,
y o .
V
¡Miedo vete! ¡Muere infame escorpión!
Gritó la esperanza al nacer.
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