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domingo, 9 de agosto de 2015

Anestes-ando: una conversación en el quirófago

Por Andrés J. C

"Mira las estrellas, mira como brillan para ti y por todo lo que haces..."


Los días pasan, bueno, por lo menos eso es lo que creemos. Por ellos nosotros pasamos dejando estelas de significaciones, compartiendo, viviendo, o por lo menos, eso es lo que se espera. En medio de esto existen muchas sonrisas, miradas, expresiones, alegrías, tristezas... pero, qué de todo esto será significativo y con valor para nosotros, identificarlo nos puede ayudar a construir nuestros segundos.

Aquella noche era un poco distinta, era un lugar poco frecuentado. Las horas igual trascurrían, las expresiones igual existían y los sentimientos igual emergían, pero las circunstancias eran un poco distintas, su significación le daban un sentido especial. Paralelamente, se tejían muchas otras historias, algunas tal vez se cruzarían, otras quizás no, pero sin embargo, todo forma parte de una misma aventura.

La camilla estaba debidamente acomodada. El frío escalofriante como de costumbre. Algunas sábanas acomodadas para el frío. Una luz radiante enceguecedora. Música de fondo. El verde como color predominante, un poco alejado del verde natural. Habían conversaciones entre sí: comida, quehaceres, dudas. No habían ventanas pero sí dos puertas y muchos utensilios. Sonidos de metal y silencio en los pasillos. Las horas se detenían, el tiempo no existe. ¿Rutina? Parte de la vida.

Acostado, extendí mis brazos, ambos fueron amarrados en forma extendida, simulando una crucifixión ¿algo similar sucede? Tal vez es todo lo contrario.

Esa manguera tenía acceso directo a la vena, en dialogo constante. El líquido empieza a correr por las venas, es cuestión de segundos para que su efecto hipnotizador haga su trabajo.

La sala se llena, la sala se vacía. Pasan los segundos y la calma está presente.

Es un líquido como cualquier otro, pero este tiene la capacidad de adormecer el cuerpo para inmunizar el dolor, y con esto poder "intervenir" el cuerpo, como muchas veces sucede en esta sociedad.

Después de inhalar dos veces y medio de una mascarilla, simplemente la conciencia deja paso a otro estado del ser. De ahí en adelante la conversación fue en un ambiente interno... hasta nuevo aviso.

Imágenes con voz se dibujaron en la pantalla de la imaginación.

¿Qué es lo que significa vivir? Ya lo sabemos, solo que lo silenciamos entre tantas máscaras sociales. Si tan solo nos desnudáramos y miráramos la vida como es, allí se revelaría el universo de la existencia y todo cobraría un resplandor distinto, alejado de todo aquello que nos separa y genera sentimientos de desagrado.

Es como cuando miramos el cielo azul detenidamente y este nos llena todos los poros de nuestra existencia, nos deja casi sin oxigeno y el cuerpo se estremece, con esto simplemente nos aseguramos, sin saberlo, que todo es maravilloso y que todo no es más que ese segundo. Olvidamos todo patrón social, toda máscara, todo obstáculo... y, sencilla y bellamente somos.

Al fin y al cabo todo sucede en nosotros. De nada sirve saber algo si no lo vivimos, si no hacemos de nuestras ideas actos, si no trasmitimos lo que pensamos con quienes compartimos, si no somos honestos con lo que sentimos y vivimos.

Todo se renueva y tiene significado en ese compartir sincero, que puede pasar hasta por un silencio.

La vorágine de las ocupaciones nos envuelve para enceguecernos. Nos aliena y nos aleja de las personas. Nos hace cada vez más insensibles y hace que perdamos la vida en un transcurrir incesante de minutos con significados para algo superior, alejado de lo orgánico de la existencia, de la respiración.

Qué es lo que nos impide romper las cadenas. Juguemos a que somos libres y a lo mejor, pronto todo será parte de nuestras realidades o simplemente, lo recordaremos.


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