Las únicas ideas que tengo andan sueltas, no se dejan amarrar nunca.
Una vez un amigo me dijo que el mejor momento para escuchar canciones de despedida, que con un acorde nos recuerdan motivos para llorar y que a solas son peligrosas, es cuando más enamorado y feliz se está. Yo no he dejado de hacerle caso.
Una vez un amigo me dijo que el mejor momento para escuchar canciones de despedida, que con un acorde nos recuerdan motivos para llorar y que a solas son peligrosas, es cuando más enamorado y feliz se está. Yo no he dejado de hacerle caso.
Escuchando una de esas canciones vi la foto de una muchacha, me gustó su pelo y la forma en que este acompañaba en su plena libertad el rostro suave de ella, le hablé, pero indiferente me ignoró. Otro día me presentaron a una joven que pasó sutil con su vestido negro como si le importara poco mi presencia, a ella no la volví a ver nunca. Había una que la encontré llorando por uno de sus papás, el que ya no vivía con su mamá que por motivos que siempre ignoré ya no la visitaba, mi respuesta fue jugar con la pequeñita mujer. Otra hija de brujas se sentó, seria como solo ella podía serlo, y me dijo que no debía redactar párrafos tan largos y que ojala entre ellos tengan una extensión similar, ahora intento que este párrafo sea absurdamente largo con respecto a los otros. Había una que alzó su puño izquierdo sin intención de golpear a nadie, otra dando vueltas sin control golpeo a más de uno. Una tarde me descuidé, tenía la cabeza totalmente sumergida en agua rosada, entonces aquella otra mujer me lanzó cuchillos de palabras, todavía sanan las heridas. Una que no he mencionado reía siempre, yo suponía que había algo extraño en esa boca siempre abierta como si ventilara los dientes, pero lo que escondía eran solamente ganas de luchar, yo humildemente le ofrecí, sin que se diera cuenta, mi ayuda. Otra pintaba en la pared, ella conocía a una que bailaba ballet junto con otra que bailaba lo que fuera con quien fuera y entre tantas mujeres no he logrado describir bien a ninguna.
(Si los textos que publico en este blog fueran música serían improvisaciones de un niño que por primera vez toma un instrumento, que nacen en medio de comvulsiones cerebrales poco controladas, solo guiadas por sentimientos intensos y la costumbre de usar, informalmente, las palabras.)
Personajes hay muchos, a mí me gustan más los anónimos, los que no tienen nombre propio. Los que usan mascarás o que han sido mitificados y lo que representan está en disputa. Los mal llamados indigentes, las brujas, los lunáticos, las locas, los marimberos, los esclavos, las desaparecidas, los herejes y demás abstracciones que nunca llegaron a escribir libros, diseñar cosas, grabar discos o firmar una hoja.
Pensando en esos personajes se me ocurrio un día que hablar no tiene ningún sentido, lo único que tiene sentido es dialogar. Es la conversación la que da dolor, felicidad, tristeza, placer, sorpresa. Para sentir todo lo anterior sin dialogar con otras personas es necesario conversar con uno mismo. Sigue siendo cierta la afirmación. Hablar sin dialogar no es nada.
Pensando en esos personajes se me ocurrio un día que hablar no tiene ningún sentido, lo único que tiene sentido es dialogar. Es la conversación la que da dolor, felicidad, tristeza, placer, sorpresa. Para sentir todo lo anterior sin dialogar con otras personas es necesario conversar con uno mismo. Sigue siendo cierta la afirmación. Hablar sin dialogar no es nada.
Pero todo lo que hablo está tan lejos de mi, tan inmensurable, tan incomprensible.
Vuelvo la mirada hacia adentro.
Aquí termina lo que escribo.
Solo les dejo, antes de irme, el fragmento de una entrevista que escuche en la radio:
-Hola, gracias por concedernos esta entrevista.
-Poco tengo que decir.
-Sin embargo, sus reflexiones estéticas y filosóficas siempre son pertinentes.
-Prosiga.
-¿Cuál es su mayor expectativa de la sociedad actual?
-Que cuatro gatos canten sobre una pared de vidrio.
-Comprendo ¿De qué grosor la pared?
-Del tamaño suficiente como para que a los gatos les resulte incómodo permanecer allí.
-¿Y en cuanto al pensamiento contemporáneo?
-Poco se de lo que piensan los gatos.
-¿Y los perros?
-¿Qué con ellos?
-No sé.
-Yo tampoco.
Vuelvo la mirada hacia adentro.
Aquí termina lo que escribo.
Solo les dejo, antes de irme, el fragmento de una entrevista que escuche en la radio:
-Hola, gracias por concedernos esta entrevista.
-Poco tengo que decir.
-Sin embargo, sus reflexiones estéticas y filosóficas siempre son pertinentes.
-Prosiga.
-¿Cuál es su mayor expectativa de la sociedad actual?
-Que cuatro gatos canten sobre una pared de vidrio.
-Comprendo ¿De qué grosor la pared?
-Del tamaño suficiente como para que a los gatos les resulte incómodo permanecer allí.
-¿Y en cuanto al pensamiento contemporáneo?
-Poco se de lo que piensan los gatos.
-¿Y los perros?
-¿Qué con ellos?
-No sé.
-Yo tampoco.
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