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jueves, 3 de septiembre de 2015

Ni una vida entera es suficiente para ‘vivir’

Por Adrián Valenciano S.

Quince minutos fueron suficientes para entender que para Lagrimitas no era prioridad (aquel 14 de agosto) buscar el más caro y lujoso regalo para su madre, como sí lo exhibía la multitud. Flores, bolsas de regalo, carreras, caos. “Señorita” le pregunta si en su nueva vida vive con su familia… “no no, yo pago la pensión de mis dos hijas, pero familia no pa”.

Quince minutos fueron suficientes para entender que Lagrimitas aún tiene sus recuerdos frescos. No hace más de tres semanas ‘vivía’ tres metros bajo tierra donde “hacía un bochorno hediondo, pa y señorita, con 50 compañeros de cuarto”, donde “a los violadores los reventamos pa”.

Quince minutos fueron suficientes para entender que unos simples ‘cables’ en una calle de Montes de Oca, que para ‘pa’ pueden representar una excelente jugada estética, para Lagrimitas no simulan más que el tendedero de San Sebastián.

Quince minutos fueron suficientes para entender que vender chocolates de moca y vainilla no es un oficio escogido. Es consecuencia de una mancha que no se borra por 10 años. Es consecuencia de ese proceso de INADAPTACIÓN social al que sometemos a los que se equivocan, a los que están enfermos, a los que excluimos, a los que no entendemos, al otro.

Quince minutos fueron suficientes para entender que hay dos maneras muy distintas de vivir veinticuatro años. Una llena de privilegios, lujos y oportunidades; otra marginada, olvidada y reprimida.

Quince minutos fueron suficientes para entender que un billete marcado, negociado en el Parque Central, giró el rumbo de una vida, una persona, un hermano, un ángel.


NI UNA VIDA entera es suficiente para entender lo que estamos haciendo, pero le agradezco a la misma vida, el haberme dado el chance de vivir esos 15 minutos con el corazón, sin vendas, cual niño jugando un jueves en el Parque Nacional.

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