Por David A. D.
Consumir tetas, pichas, culos y todos los vínculos sexuales que sean posibles sin mirar a los ojos. Consumir la falta de libertad de tu pareja en una relación exclusiva, demandante y monótona.
Consumir la permanencia, lo inmóvil, lo local y la estabilidad del lugar donde se nació. Consumir la irregularidad y heterogeneidad de miles de viajes a lugares que nunca se llegarán a conocer con profundidad.